El Árbol que No Quiso Ser Viento



Querido lector que buscas respuestas entre estas líneas,  


Hay una historia que me persigue desde que aprendí a respirar bajo el agua de las expectativas ajenas. Es la historia de un árbol que quiso ser viento. Durante años, sus ramas se retorcieron para imitar el vuelo de las ráfagas, sus hojas se desgarraron intentando silbar melodías que no eran suyas, sus raíces se aflojaron por miedo a que el suelo lo llamara «aburrido». Hasta que un día, exhausto, dejó de forcejear. Y entonces, por fin, floreció.  


Este árbol soy yo. O quizás seas tú.  


Durante años, me vestí de espejos. Reflejaba sueños que no eran míos, reía en frecuencias que no vibraban en mi garganta, amoldaba mis silencios a los ruidos de otros. Creí que el amor era una transacción: "Si te conviertes en esto, te querré". Y lo hice. Me volví experto en traducir mi esencia a idiomas ajenos. Fui un camaleón con el corazón desgarrado, pintado de colores que no existían en mi paleta original. Agonizaba cada noche, preguntándome: ¿Cuándo empezarán a querer al verdadero yo?.  


Pero el amor que se compra con mentiras es una moneda falsa. Y un día, el banco de mi alma quebró.  


Ahora, prefiero el murmullo de mis propias hojas al estruendo de las multitudes. Mi casa no es un refugio, sino un altar donde me permito ser sagrado en mi imperfección. Aquí, las paredes no me juzgan si decido llorar frente a una taza de café, ni me exigen sonreír cuando el mundo me pesa más que el cielo. ¿Sabes qué descubrí? Que el silencio no está vacío: está lleno de mí. De mis libros subrayados con rabia o ternura, de mis canciones rotas, de mis risas que ya no tienen que fingir ritmo.  


A veces, me preguntan: ¿No te sientes solo?. Y quiero gritar: ¡Claro que sí!. Pero prefiero mi soledad auténtica a una compañía que me obliga a mutilarme. Porque hay una diferencia abismal entre estar solo y sentirse solo junto a alguien. Yo elegí dejar de desaparecer en los ojos de quien solo veía un fantasma útil.  


Conocí a alguien hace poco. Al principio, brillaba. Pero pronto empezaron los ¿Por qué no te gusta esto?, Deberías intentar aquello, Eres demasiado… o demasiado poco…. Y entonces, como un árbol viejo que reconoce la tormenta antes de que llegue, me retiré. No por cobardía, sino porque ya no tengo savia para alimentar hojas que no son mías.  


¿Qué tiene de malo querer ser amado sin condiciones?  

¿Por qué nos asusta tanto la gente que no pide permiso para existir?  


Hay días en los que mi alegría es un río desbordado, y otros en los que mi tristeza es un faro en la niebla. Pero ambas son "mías". Auténticas. Sin editar. No quiero ser el personaje secundario de nadie, ni el proyecto inacabado de alguien que cree saber cómo debo latir.  


A ti, que lees esto con los nudillos blancos de tanto aplaudir vidas ajenas mientras silencias la tuya:  

¿Cuántas versiones de ti mismo has enterrado para caber en los bolsillos de otros?  

¿Cuántas veces has dicho «estoy bien» cuando en realidad querías gritar ¡Estoy cansado de no ser suficiente!?  


Hoy me declaro en huelga de perfección.  

Me niego a ser un rompecabezas que otros armen a su antojo.  

Prefiero ser un cuadro abstracto, incomprensible para algunos, pero "verdadero".  


Y si alguien llega a mi vida, que llegue con las manos abiertas, no con moldes.  

Que me quiera por mis grietas, no a pesar de ellas.  

Que entienda que mis silencios no son vacíos, sino canciones sin letra.  


Porque al final, solo hay un pecado: vivir muriéndote en vida para que otros respiren tranquilos.  

La felicidad no es una talla única. 


Así que aquí estoy:  

Descalzo sobre el suelo de mi propia existencia.  

Ya no pido disculpas por ocupar espacio.  

Ya no me desvanezco.  


Y si esto es "raro", que así sea.  

Prefiero ser un misterio auténtico que una mentira cómoda.  


Con raíces y cicatrices,  

Alguien que eligió florecer en vez de volar.  



PD: Si estas palabras te han removido algo dentro, no es casualidad. Quizás sea tu propia esencia, golpeando suavemente el cristal de las máscaras, pidiéndote a gritos silenciosos: "Déjame respirar". Escúchala. El mundo necesita más almas que se atrevan a ser... aunque el precio sea caminar solos. 


Guido Berly

Comentarios

  1. Florecer en vez de volar " me llega de cerca es parte de inseguridades personales huida en busca de libertad para no estar atrapado en sentimientos, pero se que se pueden cultivar las relaciones significativas para lograr florecer se necesita riego...

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