BAJO LAS LUCES DEL SUPERMERCADO



LA INVISIBLE QUE ENCONTRO SU RESPLANDOR


Alicia arrastraba la mopa sobre el suelo frío del supermercado, trazando círculos húmedos que brillaban bajo las luces fluorescentes como lágrimas secándose al viento. A sus cuarenta y cuatro años, cada movimiento resonaba en sus huesos como un eco de decisiones pasadas. Veintisiete años atrás, a los diecisiete, había intercambiado sueños de libros y universidades por pañales y silencios. Un matrimonio forjado no por el amor, sino por el peso de una flor que crecía en su vientre y el murmullo de una sociedad que señalaba con dedos afilados. “Quizás todo habría sido distinto”, susurraba a veces al vacío, mientras limpiaba manchas de jugo o migajas de pan. Pero la vida, como el agua que escurría de su cubo, nunca retrocedía.  


El supermercado era un desierto de miradas esquivas. Los clientes escurrían sus carritos alrededor de ella, evitando su figura agachada como si fuera un fantasma con uniforme azul. Los niños, inocentes espejos del alma, a veces se enredaban en sus piernas con risas que sonaban a primavera. Pero pronto llegaban manos adultas, firmes y apresuradas, arrancándolos de su lado como si Alicia fuera un pozo de oscuridad. “¿Acaso mi sudor es veneno? ¿Mi sonrisa, una grieta en su mundo perfecto?”, se preguntaba, secando el reflejo de su rostro cansado en los azulejos.  


Los días se deslizaban monótonos, hasta que los jueves llegaban vestidos de esperanza. A las tres y media en punto, él entraba. Un hombre de cabello entrecano peinado con elegancia, trajes que olían a bosque recién llovido, y una sonrisa que desafiaba la gravedad. Saludaba a todos: al joven que estacionaba autos, a las cajeras de uñas descascaradas, a las reponedoras con ojeras de madrugadas eternas. Y luego, inevitablemente, se detenía frente a Alicia.  


—Buenas tardes, señora —decía, inclinando levemente la cabeza—. ¿Puedo pasar?.


Su voz era cálida, como una taza de chocolate entre manos heladas. Alicia apartaba su mopa, y él avanzaba dejando tras de sí una estela de respeto que perfumaba el aire. No era un saludo vacío: sus ojos, color ámbar, la miraban "realmente". En ellos, Alicia no era la mujer invisible, sino un ser de carne y latidos. Esos segundos bastaban para que el mundo se tiñera de colores menos grises.  


Mientras observaba su espalda alejarse, imaginaba que él también cargaba cicatrices bajo ese traje impecable. Quizás por eso reconocía el dolor ajeno: sabía que las heridas, aunque no sangren, duelen igual. Las cajeras reían más fuerte cuando él pagaba, los guardias le ayudaban a colocar todo en su carro nuevamente después de pasarlos por caja, y hasta los productos en las estanterías parecían brillar bajo su paso. “Así debería ser todo”, pensaba Alicia, apretando el mango de la mopa como si fuera un bastión contra la indiferencia.  


Al terminar su turno, caminaba hacia su pequeño departamento, donde las paredes desnudas guardaban sus pocas pertenencias: fotos de sus hijas —abogada la mayor, ingeniero la menor—, un jarrón con margaritas artificiales, y un espejo que ya no evitaba. Allí, entre el silencio que elegía, encontraba la paz negada en aquella casa grande de alfombras persas y sofás fríos. Recordaba las noches junto a su exmarido, dos extraños compartiendo un techo, ahogándose en palabras no dichas. Ahora, aunque el colchón era delgado y el baño minúsculo, dormía sin el peso de una soledad compartida.  


Los jueves, al regresar, guardaba el saludo del hombre como un tesoro. No necesitaba saber su nombre ni su historia; bastaba saber que existían almas que no temían mirar más allá de los uniformes y las arrugas. En su ritual nocturno, mientras el agua caliente de la ducha limpiaba cansancios, Alicia sonreía. La vida, al fin, era suya. Y en esa libertad fraguada a fuerza de valentía y lágrimas secas, descubría que a veces, ser vista por uno… valía más que ser ignorada por mil.  


Guido Berly

Comentarios

  1. Hermoso relato , cuántos hay que miran pero no ven .... Están , pero la soledad es más que esa migaja de compañía.

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  2. Así es....muchas veces pasamos de largo ....frente a personas ....que tal vez con una mirada...una sonrisa ..un saludo alegramos el día de alguien. ....linda reflexión

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