El corazón no se regala

El corazón se conquista con el alma 

Hay amores que llegan como brisas suaves y otros que incendian el alma sin pedir permiso. Pero el amor verdadero, ese que trasciende el tiempo y las heridas, no nace de la casualidad ni de las palabras bonitas. Nace de la lucha, de los días en los que dos almas deciden que valdrá la pena sudar, caer y levantarse por algo que aún no entienden del todo. Por eso, hoy quiero confesarte algo: no te regalaré mi corazón… pero te daré todas las llaves para que lo ganes.  

Porque el amor no es un regalo, es una batalla que vale la pena librar 

En un mundo donde todo se consigue con un clic, donde las promesas se desvanecen como humo y los "te quiero" suenan a moneda falsa, ¿por qué entregar lo más frágil y sagrado que tenemos sin poner condiciones? Mi corazón no es un trofeo, ni un objeto que se exhibe en una vitrina. Es un territorio salvaje, lleno de cicatrices que cantan historias y rincones oscuros que piden paciencia.  

No quiero que lo tomes por costumbre, ni que lo guardes en un cajón cuando el brillo se apague. Quiero que lo conquistes: que te pierdas en sus laberintos, que dialogues con sus fantasmas, que plantes flores donde hubo sequía. Que cada "buenos días" sea un paso adelante, que cada lágrima secada con tus manos sea un muro derribado, que cada noche de silencios incómodos se convierta en un puente.  

Porque lo que se gana con el alma, se queda en el alma 

Dicen que el amor fácil se olvida, pero el que cuesta… ese se graba a fuego. Imagina un atardecer: no sería tan mágico si no supiéramos que la oscuridad viene después. Así eres tú para mí: la luz que solo brilla porque he caminado entre sombras.  

Te daré mi corazón, pero no en una bandeja de plata. Te lo entregaré sudado, latiendo fuerte, con las huellas de tus dedos marcadas en él. Porque quiero que cada vez que lo mires, recuerdes las batallas que ganamos juntos: las risas que nos dolieron el estómago, las miradas cómplices en medio de una multitud, las veces que te abracé cuando el mundo te derrumbaba.  

¿Sabes cuál es el secreto? Que no hay mayor acto de amor que decirle a alguien: "No te lo pondré fácil, pero te juro que valdrá la pena".  

 Porque quiero que seas mi eternidad, no mi casualidad  

No busco un "para siempre" de cuento. Busco un "hasta que nos duela", un amor que se niegue a morir incluso cuando la rutina nos arañe o la vida nos golpee. Un amor que no tema a las grietas, porque sabe que de ellas brotarán raíces más fuertes.  

Por eso, no te daré mi corazón… *te daré una misión*. Demuéstrame que eres capaz de cuidar de algo que late solo por ti. Que no huirás cuando las tormentas nos alcancen, que no cambiarás mi nombre por otro más sencillo de pronunciar. Que entenderás que el amor no es un verbo pasivo, sino un fuego que se alimenta con leña de sacrificios y ternura.  

Conclusión: 

Si algún día logras conquistarlo, prometo que no habrá medalla ni trofeo que iguale el valor de lo que sentirás. Porque mi corazón, aunque imperfecto y marcado, guardará siempre tu nombre escrito en tinta indeleble. Y cuando me preguntes por qué te hice luchar tanto, te miraré a los ojos y susurraré: "Porque quería que supieras que eras capaz de cambiar un destino".  

Y entonces, solo entonces, entenderás que este corazón… siempre fue tuyo. 

¿Y tú? ¿Estás dispuesto a luchar por un amor que valga cada lágrima? Cuéntame tu historia en los comentarios.  

 

Nota final: 

Este texto no es solo para enamorados, sino para quienes creen que el amor es un arte que se pinta con pinceladas de coraje. Compártelo si alguna vez te han roto el alma… y aún así sigues creyendo en los finales que merecen ser vividos.

Guido Berly