Cuando el amor duele

Cómo aprendí a distinguir entre prisiones de luz y amores que liberan 


Si alguna vez has amado con los ojos cerrados, creyendo que el brillo en el horizonte era un faro hacia la felicidad… y luego descubriste que esa luz eras "tú mismo", gastándote en vano para iluminar las sombras de alguien más, esta historia es también tu historia.  


Hubo un tiempo en que crucé un umbral con el alma temblorosa de ilusión. Me dijeron que allí estaba el paraíso: un amor que prometía ser refugio, un mundo donde todo encajaría. Pero al cerrarse la puerta tras de mí, entendí la cruel ironía: aquella luz que tanto admiré nunca fue suya… era la mía, prestada, diluyéndose en su noche. Día tras día, sentí cómo ese lugar —que desde afuera parecía un edén— me arrancaba pedazos de esencia. Las paredes, pintadas con promesas, se volvieron jaulas; las caricias, cadenas que quemaban al tacto. Y aunque el amor se disfrazaba de eternidad, en realidad era un espejo roto: yo me reflejaba en él, pero él solo devolvía vacío.  


Hoy, tras romperme las uñas arañando las paredes de aquel laberinto, respiro un aire distinto. No es el viento triunfal de los héroes, sino el susurro frágil de quien sobrevivió. Llevo cicatrices que aún palpitan —sí—, pero también una certeza grabada a fuego en el pecho: "la libertad duele, pero la mentira desangra". Y aunque el camino para reconstruirme ha sido de barro y lágrimas, cada paso me acerca a quien fui antes de creer que el amor era sinónimo de renuncia.  


Te confieso algo: 

No es fácil volver a confiar cuando te han enseñado que entregar el alma puede convertirse en un sacrificio. Pero en medio de las ruinas, algo persiste: "una esperanza testaruda, rebelde, que se niega a morir". La misma que hoy me hace escribir estas palabras con los puños apretados de rabia y los ojos húmedos de claridad:  


Quiero creer —necesito creer— que no todos los amores son cazadores que esperan atraparte en sus trampas camufladas en el follaje de falsas ilusiones.  

Que existe un amor que no exige que apagues tu luz para encender su lámpara.  

Que habrá alguien que no vea en mis heridas grietas por donde escapar, sino raíces por donde florecer.  

Que cuando llegue, no habrá juegos de presas ni trampas… solo dos almas descalzas, caminando juntas hacia el mismo horizonte.   


Si estás leyendo esto con un nudo en la garganta, porque reconoces la textura de estas palabras —ese sabor a desilusión mezclado con anhelo—, quiero que guardes esto en tu corazón:  


No eres egoísta por proteger tu luz. 

No estás roto/a, estás en reconstrucción.  

El amor verdadero no se construye con migajas de ti mismo.  


Y sobre todo: mereces un amor que no te pida entrar en laberintos, sino que te invite a bailar bajo el cielo abierto, donde las estrellas no son señuelos, sino cómplices.  


Esta entrada no es un final, sino un abrazo.  

Para ti, que sigues buscando.  

Para ti, que te atreves a sanar.  

Para ti, que aunque llevas cicatrices, aún tienes manos generosas para dar… y recibir.  


Que nuestra próxima historia de amor no sea una prisión disfrazada de paraíso, sino un territorio libre donde, por fin, podamos ser… sin dejar de ser. 

Con rabia, con esperanza, y con fe, 

Guido Berly



PD:  Si estas palabras resonaron en tu pecho, déjalas ir. Compártelas, quémalas, guárdalas bajo la almohada… pero nunca permitas que tu historia termine donde otro/a decidió apagar tu luz. "El mejor capítulo siempre lo escribes tú."

Comentarios

  1. No pues así si, muy claro entendí 🥰 Hermosos tus escritos,llenos de nostalgias, alma, amor, desamor y corazón. 💕 Muchas gracias por compartir tu esencia.Un fuerte abrazo ☪️

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares